miércoles, 10 de enero de 2018

Castigo

CASTIGO



Moviéndose como una pluma, la niña dio algunos pasos más de baile delante de sus peluches, y después saludó a su público, como si fuera una bailarina profesional, como tantas veces había visto hacer en la televisión. Un aplauso inesperado atrajo su atención hacia la puerta de su habitación:
— ¡Papi! ¿Me estabas viendo?
— Claro que sí, mi pequeña cisne — le respondió su padre sonriendo; se acercó para darle un beso, pero su sonrisa se torció en una mueca de circunstancias—. Escucha, peque, tengo que salir.
— ¿Trabajo de nuevo?
— Sí, cariño, ¡los malos nunca paran! Ya he avisado a la señora Ortega, por si quieres algo.

La besó en la frente y salió de la habitación de su hija. La niña se acercó lentamente a la puerta, y escuchó como la señora Ortega le pedía a su padre que fuera con cuidado:
— Y coja a ese maldito abusador — le oyó añadir con furia —, que pague por todo lo que ha hecho.

La niña hizo un mohín de disgusto, y se acercó corriendo hasta su armario; rebuscando entre sus cosas, tomó una pequeña varita y comenzó a agitarla por la habitación. Satisfecha, se volvió hacia los peluches y los observó detenidamente; sus ojos de botón y plástico, la miraban muy atentamente, como pidiendo misericordia.
— Desde luego — dijo la niña, agitando la cabeza negativamente —, los adultos nunca aprenderéis; bueno, hoy tendréis un nuevo amiguito.

Y con un gesto, agitó su varita sobre ella y desapareció.

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Segundo Microrelato, publicado originalmente el 31 de octubre de 2014; también las historias de magical girls pueden ser oscuras, sin necesidad de hacer dramas sociales con niñas enfermas terminales ¬ ¬

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