martes, 10 de octubre de 2017

Deshaciendo la historia


— Entonces, me estás diciendo que eres... ¿Un guardián espiritual?
— Eso es — me respondió el simpático murciélago con una amplia sonrisa en su boca —, pero no uno cualquiera, no uno individual; soy un guardián espiritual colectivo.
— Y eso significa...
— Bueno, un guardián individual vigila el camino de una persona, como un ángel de la guarda o un totem espiritual; un guardián colectivo se ocupa de guiar a todo un pueblo, de fortalecer su unidad y su crecimiento, le motiva artística y culturalmente, le lleva a las cotas más altas que una cultura puede alcanzar. Y aunque el pueblo que cuenta con un guardián no ve normalmente su presencia, la siente a su lado y la convierte en su animal heráldico; ahí tienes a los romanos y su loba, o al gallo de los franceses.

— Comprendo... Entonces tú, siendo un murciélago, serías el guardián de Valencia.
— ¡Correcto!
— ¿Me permites una pregunta?
— Claro...
— ¿Cómo es que no te he visto hasta ahora?
— Bueno, mi padre era el guardián de Valencia hasta hace unos 300 años, cuando tuvo que retirarse por problemas de salud; yo tenía que sustituirle, pero por culpa de la burocracia no he podido llegar hasta ahora... A punto estuve de hacerlo hace un siglo, pero allí arriba los burócratas son tan puntillosos como en tu mundo y me retuvieron. En fin, aquí estoy.
— Pero has dicho que un guardián se siente, no se ve; y yo te veo.
— Sí, bueno; he hecho una pequeña excepción para que puedas vernos, y así me expliques una cosa... Desde que he bajado no hago más que intentar influir en los valencianos, pero no lo logro. Tú eres el único que he notado con algo de valencianía... ¿Cómo es posible eso? ¿Puedes explicármelo?

Suspiré y miré en lontananza; y tras permanecer unos segundos mirando a la distancia, me giré, y le contemplé con tristeza. Después le señalé un punto al horizonte, y le dije:

— Mira hacia allí, y dime qué ves...
— Un toro peleando con un borriquillo.
— ¿Sabes quiénes son?
— No.
— Yo ahora sí lo sé, los sentía aunque no los vieran; son como tú, guardianes espirituales, los guardianes de España y Cataluña.
— Ah, vale... Pero ¿eso qué tiene que ver con mi duda?

— Mira atentamente hacia ellos ¿ves cómo influyen en la gente? Por un lado está el borriquillo, influyendo en una parte de los valencianos para que crean que todo lo valenciano es catalán, que nuestra cultura valenciana es parte de la catalana, que en definitiva, somos catalanes; todo con la intención final de unir a Valencia junto a Cataluña y Baleares en unos imaginarios "paises catalanes".
» Al otro lado, y contrapuesto al borriquillo, está el toro español, utilizando a los valencianos como carne de cañón, para que defiendan la unidad de España y la hispanidad de Valencia, pero sin importarle si Valencia permanece en España sumida dentro de una "Gran Cataluña", y dándonos la espalda cada vez que la necesitamos.
» Unos y otros creen sinceramente que están haciendo lo mejor por Valencia, sin darse cuenta que ambas vías implican lo mismo, el sacrificio de nuestra valencianía en favor de un poder mayor.

El murciélago permaneció en silencio durante largo rato, mirando a aquellos que luchaban por reemplazarle; luego se giró muy despacio, y me miró largamente. Parecía a punto de echarse a llorar.

— ¡¡¿Pero cómo puede haberse llegado a esta situación?!! ¡¡¿No hay nadie que hable por Valencia?!!
— ¿Crees que los que nos dábamos cuenta no hemos hecho todo lo que estaba en nuestra manos? — respondí con una mueca de dolor — Pero como decía mi madre, no hay más ciego que el que no quiere ver, y los que defendíamos una Valencia valenciana hemos sido relegados a un segundo, si no tercer, plano... — Suspiré con tristeza — Tal vez si tú hubieras estado aquí esto no hubiera ocurrido, y quizás ahora que estás aquí, las cosas cambien. Pero me temo que has llegado demasiado tarde; entre unos y otros, han matado a Valencia.

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Ayer publiqué uno de los dos micros que me inspiró la imagen del murciélago, una historia simpática y breve, que no fue la que en un principio imaginé; originalmente pensé en esta otra que he bautizado "Deshaciendo la historia", pero acabé descartándola porque reflejaba demasiado mi visión particular de la situación valenciana, y no consideraba adecuado postearla en un foro como Gisicom.

Ahora, aquí en mi propio blog, me he lanzado a escribirla y desarrollarla algo más allá de lo que tenía previsto; y más después de lo ocurrido durante el último mes, y sobre todo después de los incidentes de ayer por la tarde en la Ciudad de Valencia.

Yo he respetado siempre las opiniones de todo el mundo, aun cuando el resto no ha respetado las mías, y por supuesto condeno la violencia, venga de quien venga. Pero estoy harto; harto de ser insultado por defender la valencianidad de Valencia; harto de que la falsa izquierda valenciana se adjudique el papel de víctima, mientras insulta a los valencianos utilizando símbolos contrarios al Estatuto de Autonomía Valenciano; harto de que el pancatalanismo haga de Valencia su serrallo particular, deseando anexionar Valencia (y Baleares) en su imperialista proyecto de los "países catalanes", que significarían la desaparición definitiva de todo lo valenciano dentro de lo catalán.

Estoy harto de que nieguen la realidad, diciendo que 'vemos fantasmas' y que el pancatalanismo no existe; harto de que la mayoría de la sociedad valenciana no alce la voz ante los insultos (los que lo saben, que muchos siguen en la inopia). Y harto de que España calle ante los insultos y el pisoteo constante de Valencia, e incluso colabore con ellos, permitiendo acciones como la de ayer (llevan haciéndolo décadas); dando las noticias sesgadas, para que los malos seamos los verdaderos valencianistas; y utilizándonos a los valencianos como moneda de cambio.

Me siento triste, humillado, ofendido, y aunque siento orgullo de mi Tierra Valenciana, me siento avergonzado de un pueblo que no lucha por lo suyo, pero sí por lo de los demás (catalanes y españoles), de unos políticos que venden a su pueblo obedeciendo órdenes de Madrilona (Madrid/Barcelona), y de unos medios de comunicación que solo buscan perjudicar a los valencianos... ¡Che, collons! ¡Ya n'hi ha prou!

Yo soy valenciano, he nacido valenciano, me siento valenciano, y quiero seguir siendo valenciano hasta la muerte; como recitaba el genial valenciano de CarletXavier Casp, y cantaba el no menos genial Toni Artis...

Soc tant si vullc,
com si no vullc
¡que si que vullc!
VALENCIÀ.

Soy tanto si quiero,
como si no quiero
¡que si que quiero!
VALENCIANO.

Pero valenciano, no catalán; y si España sigue dándonos de lado, quizás tampoco español.


PD: Y si a alguien le pica, que se rasque; pero ya estoy cansado de callar, dimoni.

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