miércoles, 3 de mayo de 2017

Intervención de las estrellas

INTERVENCIÓN DE LAS ESTRELLAS


"Esto es lo que menos me gusta de mi trabajo como observador", pensó el comandante Pils, contemplando los rostros que se iban reuniendo a su alrededor, "informar a los comités que deciden el futuro de nuestras relaciones con cada raza, en base a nuestras investigaciones; el destino de toda una raza, marcada por un puñado de seres que ni siquiera la ha conocido. Un puro paripé".

Poco a poco, los trece integrantes del comité fueron congregándose, en persona o por hiper-conferencia; trece criaturas que pretendían representar un muestrario de todas las diversas mentalidades de la galaxia, desde el gigantesco ser azulado que ejercía de moderador, hasta una diminuta criatura sentada sobre la mesa, para estar al nivel de los demás.

Las conversaciones entre los miembros se cortaron de golpe, cuando el moderador impuso silencio con un gesto rápido de sus enormes manos:
— Este comité ha sido reunido para decidir el futuro de nuestras relaciones con la raza habitante en el planeta TS-42; el equipo del comandante Pils, aquí presente, ha estado observándolos durante una docena de sus ciclos solares. Comandante — dijo, volviéndose hacia él — ¿podría darnos una rápida visión sobre el planeta referido?
— Por supuesto, señor — carraspeó ligeramente, y comenzó —, según nuestras observaciones, el planeta TS-42 está habitado por seres inteligentes de clase D, con un sistema vital de tipo...
— Perdón — interrumpió el moderador, con una sonrisa —, siento interrumpirle, pero no queremos que nos repita el informe oficial; ya lo hemos leído con todo detalle. Nos gustaría que nos explicara su visión de ellos, con sus pocas palabras, por favor.

El comandante le miró desconcertado, y carraspeó nuevamente, mientras ordenaba sus ideas.
— Bueno, pues, veamos... Las gentes del planeta TS-42 son, mmm, ¿en mis propias palabras? extremas, si se me permite la expresión; muy extremas. Sus reacciones, su manera de ser, sus ideas, todo en ellos es realmente extremado. Pueden ser grandísimas personas, actuar con toda corrección, y al minuto siguiente realizar cualquier salvajada impensable...
"A ver, ¿cómo se lo explicaría yo? Mmm, por ejemplo, tenemos el comportamiento con su propio planeta; ya han visto en qué situación se encuentra, sobreexplotado, contaminado, y en un estado ecológico prácticamente terminal; la mayor parte de sus propios científicos han avisado del problema, de hecho llevan haciéndolo desde hace décadas. Sin embargo, buena parte de la gente, incluidos otros científicos, se resisten a creer lo que ven sus ojos; algunos demandan soluciones, pero ellos mismos no colaboran en protegerlo. Son capaces de ir  a una manifestación en defensa del medio ambiente, en uno de sus vehículos contaminantes..."
"También su sistema económico es delicado; tienen una localización extrema de la riqueza, con ricos muy ricos, y pobres muy pobres. Abogan por beneficiar al más perjudicado, pero se resisten a poner la carga económica en hombros de los más poderosos; muchos de estos hacen su fortuna explotando a sus semejantes, y luego donan una cantidad para limpiar su conciencia. Su economía sufre continuos vaivenes, tienen crisis periódicas, pero aún sabiéndolo, nunca hacen nada para evitarlas".
"Todo en su sociedad funciona igual: Dicen amar la paz, pero tienen almacenadas tantas armas, como para aniquilar su planeta; y varias veces. Exigen el respeto a sus ideas, pero luego pisotean las ideas de otras personas si no coinciden con las suyas. Defienden la libertad, y para ello invaden otros territorios que no la conocen, imponiéndola por las armas..."
"Y, pese a todo, creo que podría llegar a ser una raza muy grande, si quisiera. Una gran adquisición para nuestra cultura y sociedad galáctica; pero solo si logran sobrevivir a sí mismos".

El comandante se sentó satisfecho, y miró a los miembros del comité, casi desafiante; sabía de antemano cuál sería su decisión. El moderador hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza:
— Excelente discurso, comandante Pils. Bien, habiendo oído su presentación, ¿qué decisión deberíamos tomar, señores del comité? ¿Sugerencias?
— Hay que seguir observando — apuntó un ser plagado de tentáculos —, aunque sean una futura promesa, no están maduros todavía. Y me atrevería a decir que esa es la opinión de la mayoría...
— ¿Alguna otra sugerencia más? — preguntó el moderador, mirando a su alrededor.

Una figura delgada, que había permanecido escuchando muy atentamente, levantó la mano; pertenecía a una raza recientemente integrada a la sociedad galáctica. El moderador hizo un gesto, cediéndole la palabra.
— Perdonen mi ignorancia, soy nueva en esto, y no conozco cuáles son las otras opciones, además de seguir observando.
— Por supuesto — respondió el gigantesco moderador —, básicamente son dos, integración u observación; en casos muy extremos, está también el aislamiento, si se considera a la raza un peligro para la Galaxia, pero son casos muy puntuales.
— Ajá, entiendo; pero, hay otra más, ¿no? Si están tan mal, ¿por qué no les ayudamos? — preguntó inocentemente.

Un revuelo de voces alborotó la sala durante varios minutos, hasta que el gigante azul logró imponer silencio; después cedió la palabra al ser en miniatura.
— ¿Ayudarles, dice? Lamento comunicarle que eso nunca funciona; ningún tipo de intervención ha dado resultado. Y créame, hemos probado todas las que se nos han ocurrido... La mayoría de las razas reaccionan mal ante nuestra oferta de ayudarles, como si lo consideraran un insulto, algo así como si les dijéramos 'Hola, les hemos observado, y son ustedes lamentables. Y como conocemos sus problemas, vamos a ayudarles, porque somos así de bondadosos'.
— Hubieron especies que hasta decían 'Y si veían que íbamos a tener problemas, ¿por qué no nos avisaron antes?' ¡Como si fuéramos dioses! — añadió un ser acuático, en comunicación desde su planeta.
— También hemos probado a introducir ideas en la mente de uno o varios individuos, para guiarles en unos pasos dados, y así ayudarles indirectamente... Otro fracaso; en muchas ocasiones el elegido acaba desarrollando complejo de mesías, y generando todo un culto a su alrededor.
— Eso cuando no es detenido por las fuerzas del orden de su planeta, por ser un sujeto subversivo; algunos hasta han sido asesinados por aquellos a los que intentaba salvar. Una tragedia tras otra.
— ¿Comprende ahora por qué rechazamos todo tipo de intervención, querida señorita? — preguntó amablemente el moderador.

La novata observó con curiosidad a sus compañeros.
— Díganme, ¿existe algún método de intervención consistente en mandar un mensaje indirecto al planeta en cuestión?
— No que yo sepa.

Ella quedó un rato pensativa, y luego sonrió; miró al moderador para pedirle de nuevo voz.
— No quiero pecar de atrevida, pero tengo una idea que puede ser interesante... Veamos; imaginen que se envía un mensaje del planeta A al B, y ¡Oh, casualidad! dicho mensaje viaja a través del espacio, y acaba llegando al planeta en cuestión, TS-42.
— Bien, pero ¿qué resolveríamos con eso?
— A eso iba; para empezar, descubrirán que no están solos, y entonces empezarán a preguntarse: '¿Por qué no contactan con nosotros? ¿Nos consideran indignos? ¿Atrasados?'. Muy probablemente empiecen a trabajar en descubrir cómo contactar con nosotros, cómo alcanzarnos, o tal vez en arreglar las cosas, esperando nuestra llegada; como cuando limpias la casa porque tienes visitas.

— Pero si es verdad que ese planeta está plagado de armas — indicó el diminuto ser, con evidente preocupación —, también podría ser que se prepararan para hacernos la guerra.
— Aún así, tendrían que unirse para lograr su objetivo, y seguiría siendo un éxito.
— Y si se me permite la observación — dijo el comandante Pils, rompiendo su silencio —, podemos seguir observándoles; así, si desarrollan nuevas armas, podemos averiguar cómo funcionan, para desactivarlas. Y mientras, aprender a decir en sus idiomas, 'Somos amigos y venimos en son de paz'.
— Es una idea realmente innovadora — apuntó pensativo el moderador —, y si todos los miembros del comité están de acuerdo, mañana la presentaré para que sea puesta en práctica.

Al disolverse la reunión, el comandante Pils, se acercó a la joven, lleno de curiosidad.
— Enhorabuena, pero, ¿cómo se le ha ocurrido algo así?
— Ninguno de ustedes conoce la historia de mi raza, ¿verdad? — respondió la muchacha, con una amplia sonrisa —. Nosotros éramos aún más problemáticos que esa pobre gente del TS-42, estuvimos varias veces a punto de autodestruirnos; pero entonces recibimos un mensaje de las estrellas, un mensaje del todo casual, según me acaban de confirmar, y logramos reencaminar nuestro camino. Y aquí estamos...
"Si aquello funcionó con nosotros, los humanos, ¿por qué no en otras razas?"

2 comentarios:

  1. Quizá aquí necesitamos una visita, pero enseguida!. Gracias por el relato, deja sabor a esperanza.
    Gata.

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    1. He escrito tantos con giros negativos, que me apetecía darle un giro positivo ;)

      Gracias a ti por comentar, amiga Gata ^^

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